jueves, 30 de septiembre de 2021

                                                                                    

 David Livingstone

Médico, misionero y explorador.

Además del hallazgo de las Cataratas Victoria, este legendario explorador escocés es

célebre por su lucha contra la esclavitud y por su encuentro con Henry Stanley.

Nació el 19 de marzo 1813 nació en la pequeña localidad escocesa. Pertenecía a una

familia de origen humilde, por lo que desde los diez años empezó a trabajar en una fábrica

textil. Se licenció en medicina e inició su formación religiosa. Buena parte de su vida

transcurrió en algunos de los territorios más bellos e inexplorados de África.

África constituía en el siglo XIX la más absoluta de las incógnitas, la única zona conocida

próxima al centro del continente era la franja costera del antiguo país de Zenj, en el Índico,

formado por asentamientos árabes desde principios del siglo XI y que se extendía desde

Mogadiscio hasta el norte de Mozambique. Solo algunos mercaderes árabes en busca de

esclavos y cuernos de marfil se atrevían a entrar en aquel territorio desconocido. A su vuelta,

hablaban de animales nunca vistos, de enormes desiertos, terribles enfermedades, selvas

impenetrables y tribus que devoraban hombres. Livingstone viajó al continente para redimir

almas y se convirtió en el padre de la exploración africana, atravesó el temible desierto de

Kalahari; descubrió el lago Ngami, por lo que recibió la medalla de la Royal Geographical

Society; exploró el río Zambeze y dio nombre a las espectaculares cataratas Victoria...

Cruzó toda África, de Luanda a Mozambique, y en su periplo estudió, como ningún otro, los

sistemas fluviales de la gran cuenca central africana.

Durante veinte años el doctor se dedicó a explorar la zona central de África en busca de una

senda que sirviera de ruta comercial para Occidente. En el proyecto de Livingstone el

comercio era el primer peldaño hacia la entrada de la civilización, que debía erradicar el tráfico de esclavos.                                                                                               

Tras tiempo sin noticias del doctor y dándole por muerto a finales de marzo de 1871 se

pone en marcha una expedición con Stanley, otro explorador.

Mientras, en Londres, en la capital del mundo, las autoridades gubernamentales apenas se

interesan por la suerte del doctor Livingstone. Gran Bretaña está en el momento de mayor

esplendor de toda su historia. Pero, de momento, África sigue siendo desconocida y las

expediciones cla­ramente colonizadoras aún están por llegar. Reconocían la inmensa labor

que el doctor, con sus exploraciones, había llevado a cabo al servicio de la Corona, pero fue

la Royal Geographical Society la que se tomó las molestias de enviar una expedición ante

los rumores sobre la muerte del misionero. No dio con él, pero aseguró que seguía vivo.

Mientras Stanley recorría medio mundo, en algún remoto punto del corazón de África un

hombre blanco, demacrado, sin dientes y extenuado por las hambrunas prosigue su marcha

errante hacia el oeste, David Livingstone queriendo resolver el mayor enigma geográfico de

la época: el nacimiento de las fuentes del Nilo. Tras cinco años de incesante trabajo,

Livingstone se ve obligado a capitular. Ha explorado el curso superior del río Congo y las

fuentes del Nilo siguen sin aparecer. Está terriblemente débil y enfermo, pero no deja de

anotar impresiones y datos en su diario. Stanley, mientras tanto, ya hace más de medio año

que ha partido en busca del doctor. En noviembre de 1871, el cronista ha recorrido ya media

África, y al menos en dos ocasiones le han hablado de un extraño forastero de avanzada


edad, barba gris y cutis blanco. Todos los indicios apuntan al poblado de Ujiji. El doctor

Livingstone no sale de su asombro al verlos llegar. Ambos congenian desde el primer

apretón de manos, y durante los siguientes cuatro meses se dedican a explorar nuevas

regiones. Livingstone sabe que su lugar está en África y desestima regresar a Gran

Bretaña. Jamás volverían a verse. Livingstone moría en mayo del años siguiente, cerca del

lago Banweolo.

Paula García Mostazo 2D

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