Cádiz: La Tacita de Plata

La historia de cualquier urbe antigua tiene parte de leyenda, y la de una ciudad tres veces milenaria, no podría ser menos. A la ciudad de Cádiz se la conoce con cariño como: “la tacita de plata”, desde hace más de 200 años. El origen de esa denominación tan evocadora queda a medio camino entre datos históricos, legendarios o costumbristas, que se prestan a múltiples interpretaciones.

Cádiz es el asentamiento fenicio más antiguo en Europa occidental. Su nombre en griego, Kado (κάδος), significa taza, vaso o recipiente. El diminutivo de kado, en la lengua ibérica primitiva, sería Cádiz, es decir: tacita o vasito. ¿Y la plata? La plata se relaciona con las columnas de Hércules que separan la península de África: el estrecho de Gibraltar. Según la mitología helénica serían de plata.

Una teoría pudiera ser el color de la ciudad en aquella época, donde solo existía el casco antiguo formado por una multitud de casas con sus fachadas encaladas de blanco y que, al sol, el conjunto visto desde lejos, daba la sensación de brillar. Una segunda, apunta que es por la elevada cantidad de personajes influyentes y adinerados que salía a pasear por sus calles, puesto que era típico que formasen tertulias en los cafés de la ciudad.

Una última teoría afirma que Cádiz es realzada por la belleza de las aguas que rompen contra sus murallas pareciendo de plata al reflejar la luz del sol. Como digo, no sabemos cuál es la cierta, pero lo que es indudable es que emplear el diminutivo “tacita” es sinónimo de cariño y afecto para esta preciosa ciudad.

Autor: Carlos Salcedo Díaz